La pandemia develó numerosos desafíos y profundizó brechas en los aprendizajes. Además, hizo aún más visible las urgencias en cuanto al bienestar socioemocional y la asistencia a clases en las comunidades educativas. También implicó aprendizajes para la práctica pedagógica, en particular a partir de la experiencia de la priorización curricular. Uno de estos aprendizajes es la importancia de contar con un currículum que permita su gestión flexible e integración, para desarrollar aprendizajes profundos y significativos.
A su vez, el Ministerio de Educación realizó un proceso de diagnóstico de la situación curricular en el año 2022 cuyas conclusiones fueron: 1) mantener y actualizar la priorización curricular con foco en la recuperación de aprendizajes; 2) necesidad de actualizar el currículum vigente hacia uno más integrado, con oportunidades de contextualización y flexibilidad; 3) fortalecer procesos de innovación pedagógica y de apropiación e implementación curricular.
Por último, la actualización curricular se enmarca en lo establecido por la Ley General de Educación (LGE), en cuanto a que “las bases curriculares tendrán una vigencia mínima de seis años. Sus modificaciones y actualizaciones deberán incorporar, a lo menos, procesos de diagnóstico, consulta, evaluación y retroalimentación” (artículo 31).